Hay algunas cosas de mí que tú no sabes:
Me siento sola más veces de lo que imaginas. Y vacía, más
veces de las que se pueden contar.
Que mi vida ya no se vive a sí misma, porque no se vive más.
Si no es por ella misma, pues por mí menos aún.
Que mis noches están llenas de decisiones confusas que jamás
voy a tomar.
Que ya no me escribe nadie. Que ya no me lee nadie. Ni me
llaman, ni me miran con amor. Que por mí no se desvive nadie, quizá nunca haya
pasado y seguramente nunca pasará. Que me paso mis días sin sentido mirando la
pantalla negra por si le da por emitir algún sonido o luz. De vez en cuando lo
hace, y aunque nunca sea lo que promete, en el breve momento en que vislumbro
esa luz, me aflora a la garganta una sensación parecida a la que debe
experimentar un náufrago viendo un avión en el cielo, para darse cuanta al
final de que ha vuelto a pasar de largo.
Que busco mi amor propio y nunca está. Hizo las maletas y se
fue de mí el primer día que mi algo más mío dejó de brillar. Y no va a volver.
Ningún amor se merece habitar a alguien sin luz. Y a mí se me está acabando.
Que mi vida ha perdido toda la futilidad que un día pareció
tener, un día rodeado de otros muchos que acabaron, días llenos de amor, de
alegría, mi vida cuando tenía vida.
Que me quiero ir. Al fin del mundo o al fin de mis días.
Pero nunca he tenido el coraje para emprender ningún viaje. Ni ningún proyecto.
Ni ninguna vida. Ni ningún nada.
Que si alguna vez algo se me dio bien, ya se me ha olvidado
qué era. Y no sé qué hacer. No sé qué hacer con todo este tiempo que tengo que
agotar por cojones.
Que en los días que se han inventado para forzar a la gente
a querer, nadie me quiso. Que mis cumpleaños han sido la cosa más triste que
ninguna niña debería soportar. A mis fiestas nunca se ha presentado nadie, pero
todo el mundo viene cuando yo no les he invitado.
Me paso los días esperando una llamada, un beso, un gesto de
amor, un “¿Aurora?” que nunca se presenta. Cualquier cosa que me haga pensar
que no estoy sola en este mundo.
Lo peor de todo, es que si mi vida acabara hoy, todos se
pondrían muy tristes, y yo diría si pudiera: ¿por qué no me disteis el amor que
necesitaba cuando aún vivía (o casi)? ¿por qué os parasteis a ver cómo me
hundía? ¿por qué me ignorasteis cuando perdí mi esencia en vez de ayudarme a
recuperarla? Hace un tiempo aún se podía. ¿por qué no vinisteis a mi puto
cumpleaños? ¿por qué no respondisteis a
mis llamadas? ¿por qué nadie quería hablar conmigo cuando me veían con lágrimas
en los ojos?