Si soy sincera, me importa una mierda no escribir algo bonito.
He venido a desahogarme, a sacar todo el desorden,
y sólo un alquimista sería capaz de sacar algo bueno de todo este caos.
Recuerdo borrosa la noche de ayer.
No me acuerdo exactamente de cómo llegué a la cama ni qué hice antes de llegar.
Recuerdo que estabas tú, recuerdo que estaba yo.
Pero sin lugar a dudas, el recuerdo más claro fue el pinchazo en mi pecho
cuando en mi mente resonó "estás aquí y sin embargo me siento sola".
El pinchazo que estaba hecho de agua, de todas esas lágrimas que no solté porque no quise.
Porque no sería la primera vez, porque me daba miedo admitir que esta noche, fue diferente.
La primera pesadilla la fingí. Salió bien porque me abrazaste, aunque no como a mí me hubiera gustado. La segunda pesadilla no la fingí.
Soñé que no sabía si estaba soñando. Como tantas veces me ha pasado despierta. ¿Cómo distinguir sueño de realidad entonces? Me tortura la idea de no hacerlo algún día, me tortura estar equivocada, me tortura todo, me angustia no saber nada acerca de mi vigilia. Me tortura volverme loca, me tortura sentirme ausente, me tortura sentirme sola rodeada de gente, me tortura estar sola y sentir mis pesadillas comiéndome.
Me angustia morirme, me angustia no morirme, me angustia la angustia, pero sobretodo, me angustia mi mente.
Ojalá me creyera una, ojalá me creyera completa, pero no puedo evitar sentir la voz de mi cabeza como siente un niño al monstruo de debajo de la cama.
Y tengo miedo, a todas horas. Y no quiero estar con nadie pero no soporto estar sola, joder; y no me apetece joder pero quiero joder a todas horas porque durante algunos instantes mientras me tocas, no pienso; y últimamente, con eso basta.
No quiero estar fea, no quiero ponerme guapa; ni siquiera quiero que me beses porque me da miedo no sentir nada alguna vez de esas veces.
Me da miedo que te vayas, me da miedo que entres, porque dentro sólo hay más mierda, más aún de la que parece. Y ya no sé cómo sacarla, y ya no sé a quién acudir, si según todo el planeta sólo yo puedo ayudar y yo ni estoy por la labor ni puedo ni sé ni confío en mí ni confío en nada.
Escribir ayuda, dicen, yo que sé, me siento igual. Aunque más gilipollas.
Hacer deporte también, pero últimamente no les llega tanta sangre a mis pies.
Respirar, de eso ni hablamos. Con tanto humo ya no sé cuándo inhalo y cuándo exhalo, además, siempre he creído que era al revés.