Recuerdo que hace un tiempo
el mayor terremoto de la historia
bien podía ser una tontería
porque estabais ahí.
Estabais. Y no sabéis lo que me duele ver este verbo escrito en pasado.
Y quizá sin saberlo, poníais en pie mi mundo cada día.
Porque podía girar mi cabeza, y veros ahí en cualquier momento.
Porque mis ojos ya podían ser cataratas,
que vuestra sonrisa estaría enfrente mía.
Porque aunque todo se derrumbara sobre mí,
no teníais problema en barrer todo el desastre.
Y de repente todo ha cambiado, es innegable.
Y de repente me he dado cuenta de lo débil que soy.
Y no es culpa de nadie.
Porque a esta edad ya debería de ser capaz de hacer ciertas cosas, pero no.
No sé ordenar mi caos.
No sé secarme la cara después de llorar.
No sé sonreírle a los dias grises.
Sola no.
Todo esto es algo que sé expresar mejor así,
y son cosas que he susurrado, y tú lo sabes,
pero nunca me he atrevido a gritarlo de esta manera.
Sé que estáis, sé que estás, créeme que lo sé.
Pero no es tanto eso como el sentir que no estáis.
Y lo que no sé es
si sentís lo mismo que yo.