domingo

Ahora. Me refugio en lo inhóspito.

Intenté pasar por tu vida de puntillas,
sin dejar demasiado rastro,
sin crear mucho destrozo,
sin causar mucha molestia.

Y ahora que encuentras mis migas de pan,
yo, que nunca he creído en la huida después de la muerte,
corro.

Corro de la cama en la que solía correrme.
Huyo de los brazos que solían ser refugio.
Me resguardo en lo inhóspito.
Me establezco en lo fugaz.

Ahora.
Me atraen las miradas casuales.
Las sonrisas despistadas.
Los besos sin amor.
Los abrazos que guardan del frío y de nada más.

He congeniado con mis lágrimas y pesadillas.

Se me han acabado los hogares,
y todo esto, lo he provocado yo.

Y aún así me gusta.
Me gusta porque yo lo he decidido así.
Jamás quiero dejar de equivocarme.

Aunque eso suponga correr de más y correrse de menos.