miércoles

Tus hoyuelos de vez en cuando.

Llamé "la huida del fantasma" a mi propia huida.
La flor se deshizo de sus pétalos, y a ti te arrastró el viento.
Escribo para recordar lo que no puedo. Lo que no quiere salir a flote.
(Algún lugar de mi mente, sabe que si vuelves a ella, no te irás jamás)
Pero me ahoga pensarte perdido, desubicado, volando bajo tierra.
Y necesito salir a flote, con tu recuerdo o sin él.

A mi cabeza viene el huerto,
la terraza,
tu cuello,
tus sábanas,
tus camisas feas,
tu forma de mirarme con tanto amor.
Tu seriedad, mi miedo.
Nuestras broncas "definitivas"
y mis alivios al descubrir que no lo eran.
El frío y cómo se desvanecía en los pocos huecos que quedaban entre tu cuerpo y el mío.
Tus sonrisas escasas,
tus hoyuelos de vez en cuando.
La lluvia, tu padre y las tardes que derivábamos juntos.
Los te quiero que nos daba miedo gastar,
y mil cosas que siguen sin querer salir a flote.

Ya gastados, dejo por escrito el que tenía en reserva:
Te quiero.

Tú eres el protagonista de todas mis primeras veces,
y eso es algo que nadie nos puede quitar.

Nos dimos alas, pero ya se nos olvidó usarlas.
Gracias a ti sé volar, contigo viví el despegue.
Y ahora que nuestras migraciones van en sentido opuesto,
quiero escribir aunque no lo leas:

Espero que algún día nos encontremos plantando cualquier cosa,
libres en el huerto, junto al calor de la chimenea, yo junto al calor tuyo,
tú junto al calor mío.